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El amor y las relaciones románticas a menudo nos han causado daño. No existe una relación perfecta y feliz hasta que aprendemos a navegar por el conflicto. No nos educaron para esto; en cambio, nos enseñaron a ser complacientes para ser aceptados, acompañados o amados. Por un lado, nos convertimos en personas siempre dispuestas a ceder, y por otro, nos inclinamos hacia la resolución rápida mediante imposiciones o enfrentamientos violentos.

No nos enseñaron a encontrar el equilibrio, la flexibilidad, la empatía, la escucha activa, la capacidad de ceder o el valor de seguir adelante a pesar de las diferencias. Nos mostraron solo la salida fácil, quizás porque eso es lo que veíamos en nuestro entorno: una constante lucha, olvidando que el conflicto puede ser una oportunidad para crecer y cambiar.

El conflicto es un indicador de que hay algo que resolver, una posibilidad de cambio, movimiento y reflexión. Las diferencias enriquecen nuestra vida, nos enseñan a resolver los desafíos y a apreciar las múltiples perspectivas que existen.

A veces, resolver los problemas no implica romper con el otro, sino ser valientes, abrir el corazón y ser vulnerables. Necesitamos destruir las viejas narrativas que nos atan a patrones destructivos y abrirnos a nuevas formas de amar y relacionarnos.

El amor verdadero no es cómodo ni siempre romántico. Involucra demolición, destrucción y ruptura para que podamos renacer, expandirnos y evolucionar en luz y consciencia.

Que en este día de San Valentín, todas nuestras relaciones sagradas encuentren la forma de abordar el conflicto desde la empatía, la valentía, la comunicación sincera, la vulnerabilidad y el amor verdadero. ¡Feliz San Valentín! ❤️🌹

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