Respirar para sentir: teoría polivagal y 

el camino hacia el placer

 

La mayoría de las personas respira sin darse cuenta. La respiración ocurre automáticamente, sin que la pensemos… pero cuando le prestamos atención, se convierte en una de las herramientas más poderosas para regular nuestro sistema nervioso, habitar el cuerpo y reconectar con el placer.

Hoy queremos hablarte de cómo algo tan simple como respirar conscientemente puede cambiar por completo tu forma de sentir. Y cómo la teoría polivagal, desarrollada por el neurocientífico Stephen Porges, nos da un mapa claro para entender por qué a veces no sentimos, por qué nos desconectamos del cuerpo… y cómo volver.

 

¿Qué es la teoría polivagal?

La teoría polivagal explica cómo nuestro sistema nervioso autónomo responde constantemente a señales de seguridad o amenaza, incluso sin que lo notemos. Dependiendo de esas señales, el cuerpo entra en distintos estados:

  • Estado de conexión (nervio vago ventral): cuando el cuerpo se siente seguro, se relaja. Desde aquí podemos sentir placer, intimidad, curiosidad, juego y creatividad.

  • Estado de alerta (simpático): cuando percibimos peligro, el cuerpo activa la lucha o huida. El corazón se acelera, la respiración se corta, los músculos se tensan.

  • Estado de colapso (nervio vago dorsal): si el peligro es extremo o sostenido, el cuerpo se apaga, se desconecta, entra en modo «congelamiento».

Este mapa nos permite entender algo fundamental: el placer no aparece si el cuerpo no se siente seguro.

 

¿Y qué tiene que ver la respiración?

La respiración es uno de los pocos procesos automáticos que podemos controlar conscientemente. Y al hacerlo, podemos influir en nuestro estado fisiológico.

Cuando respiramos de forma lenta, profunda y rítmica, le estamos enviando una señal al sistema nervioso:
«Todo está bien. Puedes relajarte.»

Esto activa el nervio vago, responsable de los estados de calma y conexión. Y es justo en esos estados donde el placer comienza a fluir.

No hablamos solo de placer sexual. Hablamos de ese bienestar corporal amplio: el gusto por el contacto, el disfrute de estar en el cuerpo, la presencia que nos permite sentir con profundidad.

 

Respiración, cuerpo y placer: el triángulo de reconexión

Muchas personas experimentan desconexión del placer por múltiples razones: trauma, estrés, ansiedad, experiencias sexuales poco cuidadosas, partos difíciles, cirugías… Y en todos esos casos, el cuerpo reacciona cerrándose, tensándose o desconectándose.

Aquí es donde entra la respiración como práctica restauradora. A través de técnicas de breathwork somático, podemos:

  • Regular el sistema nervioso

  • Soltar tensiones en la pelvis, el abdomen y el pecho

  • Aumentar la sensibilidad corporal

  • Recuperar la conexión entre cuerpo, emoción y energía

  • Despertar rutas de placer que habían sido apagadas

Respirar es una forma de volver al cuerpo, de crear seguridad interna y de abrirnos a sentir con más presencia.

 

El placer no se fuerza, se permite

Una idea clave en el trabajo somático es que el placer no se alcanza empujando. No se trata de buscar más intensidad, más estímulo, más técnica. Se trata de crear las condiciones internas para que el cuerpo se sienta disponible.

Y eso empieza con el ritmo más básico y vital de todos: la respiración.

Por eso, en espacios de terapia somática, sexualidad consciente o prácticas como el Tantra, el breathwork es una de las primeras puertas. Nos ayuda a regular, a sensibilizar y a recuperar el contacto con zonas del cuerpo que estaban dormidas o contraídas.

 

Para tener presente:

  • La respiración consciente es una forma directa de activar la calma y la seguridad interna.

  • Según la teoría polivagal, solo desde ese estado podemos experimentar verdadero placer.

  • El placer no es solo sexual; es corporal, emocional, energético y espiritual.

  • Respirar, moverse y sentir son actos profundamente transformadores cuando se hacen con presencia.